Construido a principios del siglo XV. El lugar, donde ejerció la prelecía San Pedro Regalado, es conocido también como Scala Coeli (escalera al cielo), ya que,  según cuenta la tradición, durante el tiempo en el que San Pedro Regalado vivió en el convento, San Francisco bajaba del cielo por una escalera para bendecir el lugar.

Tras el incendio de abril de 1624, el edificio quedó arrasado, reconstruyéndose apenas dos años después con la limosna de los vallisoletanos, grandes fervientes del convento y de un importante donativo de Felipe IV, que agradecido por su milagrosa curación en el convento siendo infante, gracias a las reliquias de San Pedro Regalado, fue, el mismo, quien impulsó posteriormente la beatificación del franciscano. El convento sufrió varias inundaciones y de la construcción original sólo quedan algunos restos de muros, una bodega, la fuente de San Pedro Regalado y el estanque en el que San Pedro sacaba agua para regar su huerto.

Dicese que Don Juan II de Castilla, padre de Isabel la Católica manifestó al morir su melancolía por no haber sido fraile del Abrojo en lugar de lo que fue.